Wednesday, 17 January 2024

Canciones Sobrevivientes - Convocatoria ASAB - Creación desde casa 2020

CANCIONES SOBREVIVIENTES

CONVOCATORIA “CREACIÓN DESDE CASA”

UNIVERSIDAD DISTRITAL FRANCISCO JOSÉ DE CALDAS

FACULTAD DE ARTES ASAB

LUZ MARCELA CAROLINA AYALA LIZARAZO.


SINOPSIS DE LA CONVOCATORIA


Canciones sobrevivientes pertenece a un lab-oratorio de etnografías urbanas, como parte de la investigación - creación "Espiral sonora por Bogotá". Consiste en descubrir sonidos de Bogotá durante la pandemia y reproducirlos con diferentes instrumentos sonoros. Pueden ser cinco patrones ritmo-melódicos, solo rítmicos o armónicos. El ejercicio se comparte con músicos que estén en mi zona (la Candelaria) y luego nos encontramos, elijo al azar alguno de mis cinco patrones y el otro músico elige uno de los suyos y lo tocamos libremente, como una conversación en vivo. No hay ensayo, ni preparación. De este encuentro queda un registro en video y audio.

Luego, intercambiamos nuestra experiencia descubriendo el sonido que cada uno interpretó.

LAB-ORATORIO

Este lab-oratorio de Canciones sobrevivientes, consistió es llevar a la práctica los siguientes pasos:

1. Dejarse inspirar por cinco sonidos que se escuchan desde la ventana de la casa.

2. Reconocerlos en un patrón rítmico, melódico, armónico o combinados.

3. Pensarlos en instrumentos sonoros. Pueden ser instrumentos musicales o demás objetos sonoros

4. Encuentro para intercambiar los sonidos.

5. Se elige alguno de los sonidos propuesto por mi y por el otro músico con un dado.

6. Empezamos a tocar sin palabras, buscando una unidad sonora, un diálogo.

7. Al final hablamos de la fuente de inspiración.

Invité a cuatro músicos vecinos y amigos a construir conmigo paisajes sonoros a partir del sentir y oír cotidiano desde las ventanas. Los encuentros fueron completamente impredecibles, nada de lo que sospeché con cada uno pasó, aunque pudimos confrontar sensaciones de la comunicación y nuestras acciones frente al azar y la experimentación en episodios que no sabemos si podemos controlar. Fue el juego de la “intuición informada”, expresión acuñada por Santiago García dentro del proceso creativo del Teatro la Candelaria.

METÁFORA NARRATIVA

Para hacer el tejido de la creación con los demás músicos, pensé en la mirla negra, uno de los pájaros más fuertes que habita en Bogotá y que desde cosmovisiones indígenas como la del pueblo Arhuaco o Yalcón, las mirlas son como los periodistas de los animales, porque son capaces de memorizar todos los sonidos que escuchan a su paso, enseñarlos a otros animales y luego olvidarlos, para aprender más. Las mirlas son las dueñas de la memoria y de los mensajes, por eso son las dueñas de la comunicación. Ellas son las que deciden si el mensaje es una noticia o un chisme y son capaces de actuar las cosas que ven. A las mirlas se les puede preguntar lo que pasó y ellas recrean las escenas con acciones, vuelos y cantos. Por eso, decidí que cada uno de los músicos seríamos mirlas, para contarnos con sonidos entre vecinos, lo que estaba pasando en nuestro entorno durante la cuarentena. Cada uno usaría el lenguaje más propio posible y la inspiración solo estaría mediada por la memoria interna, casi inconsciente de los sonidos cotidianos desde la casa, los que son tan repetitivos que desde la consciencia, parecen parte del silencio.

MIRLA 1501 – NUEVA SANTAFE

Canciones sobrevivientes nació de los cantos de los copetones y mirlas durante a cuarentena, de las copas de los árboles salían todo tipo de sonidos que se intensificaron y aumentaron mientras la ciudad silenció un Mi bemol constante que sonaba como resultado de la suma de sonidos del gran monstruo citadino. Esos pájaros me enseñaron dos cantos, mientras la lavadora de la vecina, el timbre de la puerta principal, la podadora del jardinero y otros músicos vecinos amenizaban mis silencios internos y aparecían como material no clasificado en mis selecciones musicales.

MIRLO 105 – EDIFICIO GUADALUPE

Teto Ocampo, reconocido guitarrista, productor y gran improvisador usó su tarot del ritmo, dejándose llevar por su lectura como una invocación de lo que ya no necesita pensamiento. Él quiso llevar el sonido a la exploración más profunda y sincera del intérprete, la que ya no se piensa y que no necesita más referencias que la más primitiva, la del ritmo.


MIRLO 507 – EDIFICIO CLOSTER

Andrés Patiño, baterista y percusionista, vecino y amigo, también aprendió el canto de sus pájaros vecinos. Desde su ventana, el copetón y la paloma acompañaron sus silencios, mientras que el arranque de los camiones que bajan por la Calle 12B, coincidieron con el ritmo del taladro de la obra interna que el edificio aprovechó para terminar durante la cuarentena.


MIRLO 104 – EDIFICIO CANDELARIA REAL

Jorge Henao, guitarrista e ingeniero de sistemas, decidió entrar en las entrañas de la ciudad y con su guitarra eléctrica y sus efectos, recreó ambientaciones de la ciudad como si fueran cuadros de Fernando Oramas o paisajes de Caravaggio. Sonó el Parque de los periodistas, con sus palomas y paseantes de perros, las emociones de los obreros de la obra sobre la carrera Cuarta, uno feliz y otro desorientado por el cansancio y la preocupación, algunas de las mirlas que lo visitaron en los momentos de silencio y la exploración que me pareció más interesante: ¿qué escucha el asfalto? Jorge se mimetizó con el asfalto, el suelo del camino, la carretera, la fricción de las ruedas de los carros, los pasos de la gente, el smog, el polvo y el taladro rompiendo sus entrañas para cambiar tuberías eléctricas y acuáticas.


MIRLA 904 – EDIFICIO CLOSTER

Laura Daza es percusionista y baterista. Ella quiso compartir el pensamiento del habitante bogotano, no el que es individuo, sino el que es intérprete del territorio. Compartió el sonido de pensar oro, una práctica ritual de los pueblos indígenas para atraer a la comunidad la luz y la abundancia. También compartió cantos y melodías de lo que está pendiente por decir, el movimiento de los números como actos de sanación en el sonido de la gaita y una melodía inspirada por Serankua, padre creador del pueblo Arhuaco.


LA VERDAD DE LO QUE PASÓ

Con cada músico, elegimos al azar las duplas de sonidos que tocaríamos juntos. Teníamos el reto de explorar un diálogo sonoro que era un acto de fe y que pondría a prueba nuestra capacidad de enfrentarnos con algo desconocido. Esto no era jazz, ni rock, ni músicas ancestrales, ni algo que hubiésemos hecho juntos antes. Estábamos en riesgo y había que correrlo. Para mí era muy importante descubrir el grado de sinceridad y espontaneidad para narrar desde el sonido, más que la experticia interpretativa.

Casi ni puedo hablar de lo que me pasó. Me pasó de todo. Ni siquiera puedo hacer una crítica de lo que pasó. Apenas puedo compartir cuatro preguntas que surgieron de los cuatro encuentros, enfocadas en la comunicación y que se convirtieron en cuatro caminos hacia respuestas personales durante los días siguientes al lab-oratorio y que todavía en proceso de responder, seguramente en otra creación. ¿será que la máquina habla pájaro? ¿qué escucha el asfalto? ¿qué está pendiente por decir? ¿cuál es el ritmo de las respuestas? Y cada una de estas preguntas fueron la inspiración de cuatro paisajes sonoros del adentro y afuera de las ventanas que comparto con cada uno de ellos.



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