Thursday, 4 June 2020

Sobreviviendo a la Economía Naranja - ¿A qué sueno? - Milongueo del Ayer

Milongueo bogotano del Ayer.


Ayer, era otro día y el mismo de hoy. Ayer era tango y milonga, bambuco, pasillo, jazz, rock, metal, joropito, torbellino, salsa, champeta, ska, espíritu. Cuerdas musicales, vocales, matemáticas, esperadas e inesperadas, azar y partitura, lista de listas de canciones por cantar, tocar, componer. Refundidas en el deseo del éxito y la diferencia sin llegar a mucho o a todo, un poco más cerca del reconocimiento y un poco más lejos de la supervivencia. Así estuve durante años como una soñadora bogotana que esperaba romper las fronteras invisibles del camino a Tunja, de la Calle Real y la Carrera tercera. Mis hormonas fueron cambiando al ritmo de los desplazamientos entre estratos por la Séptima, del Centro al Norte, del Norte al Centro. La dialéctica de los viejos buses que cambiaban de público en el Centro Internacional al lado de una estudiante  de Universidad pública que aspiraba a ser alguien importante entre ecuaciones diferenciales, transformadas de Fourier y acordes de guitarra. 

Durante esos viajes, mientras decidía si entraba a clase de circuitos digitales o si me quedaría en el corredor tocando guitarra, conocí en un disco de Carlos Rocca Lynn, la música de Abel Fleury, eminencia de la guitarra Argentina que contaba la historia de los campesinos de la primera mitad del Siglo XX entreverada entre milongas y acordes de guitarras. Me enamoré por primera y única vez de una pieza que siempre me acompaña así olvide o recuerde todo el repertorio de todo: Milongueo del Ayer. Una pieza sencilla, corta y dulce, como una canción de cuna en La menor, que cuenta en tres variaciones que se mueven todo el tiempo entre tónica y dominante, el galope de los caballos, las danzas milongueadas alrededor de los fogones que calientan el viento de la Pampa, el tren llegando a Dolores y la fuerza de los libres del sur, quienes darían inspiración a este maravilloso compositor dolorense, casi pionero de los ensambles y orquestas de guitarra como indios galopando por la libertad.

Eran los primeros años de Internet pública y buscando la partitura de esta milonga, conocí a Sergio Moldavsky, guitarrista e investigador argentino que había publicado un CD con la música de Fleury y quien me compartió algunas partituras e historias de la guitarra en Argentina.  Luego, lo busqué en Buenos Aires y tuvimos la fortuna de compartir por la Avenida San Juan, hasta Boedo.  Sin entrar a la Esquina Homero Manzi, doblamos por Boedo hacia otro restaurante cuyo nombre no recuerdo, al que me dijo Sergio, van los maestros de la guitarra a hablar sobre guitarra.

Y como dijo Ferrer: "Las tardecitas de Buenos Aires tienen ese... que se yo..."

La Guitarra - Jorge Luis Borges

He mirado la Pampa
desde el traspatio de una casa de Buenos Aires.

Cuando entré no la vi.

Estaba acurrucada
en lo profundo de una brusca guitarra.

Sólo se desmelenó
al entreverar la diestra las cuerdas.

No sé lo que azuzaban;
a lo mejor fue un aire del Norte
pero yo vi la Pampa.

Vi muchas brazadas de cielo
sobre un manojito de pasto.

Vi una loma que arrinconan
quietas distancias
mientras leguas y leguas
caen desde lo alto.

Vi el campo donde cabe
Dios sin haber de inclinarse,
vi el único lugar de la tierra
donde puede caminar Dios a sus anchas.

Vi la Pampa cansada
que antes horrorizaban los malones
y hoy apaciguan en quietud maciza las parvas.

De un tirón vi todo eso
mientras se desesperaban las cuerdas
en un compás tan zarandeado como éste.

(La vi también a ella,
cuyo recuerdo aguarda en toda música).

Hasta que en brusco cataclismo
se apagó la guitarra apasionada
y me cercó el silencio

y hurañamente tornó el vivir a estancarse.






Friday, 22 May 2020

Performance - Gilipollas Estallados


Performance - Gilipollas Estallados - Bogotá - Casa de Citas - 8 de marzo de 2016   
Es una reflexión en tres actos sobre el sentir de los cuerpos feminizados que son expuestos desde tres enfoques: la mujer agredida, la mujer resentida y la mujer resiliente.  El primero, representa el cuerpo y mente femeninos censurados con adjetivos que resultan de imaginarios colectivos que reprimen y menosprecian a las mujeres, nuestro pensamiento, libertad, sensibilidad, aptitudes y el cuerpo. Con una capa negra, guantes, una máscara y de espalda al público, fui leyendo los adjetivos negativos rompiéndolos como acto de liberación personal y caer en cuenta de una forma de maltrato: el juicio.  En el segundo acto, las mujeres del público participan con la inscripción, sobre condones inflados, de lo que representa para ellas el masculino. Luego, leo en voz alta, las palabras que las mujeres escribieron y estallo los condones con fuego, como un acto de perdón y purificación. En el tercer acto,  entrego a todos los presentes, papeles de colores representando una unidad de emociones, cualidades y fuerza colectiva  en forma de sustantivos positivos, como acto de reconciliación.

Performance - El Baúl Ambulante


Performance - El Baúl Ambulante - Bogotá 2016

En la performance El baúl ambulante,  la acción más importante no es la mía como performer, son las reacciones del público frente a la intervención de los espacios. Quise hacer una reflexión sobre el rol del cuerpo desde diferentes puntos de vista, de la que surgió la idea de estar aprendiendo fórmulas para sanar lo individual desde lo colectivo y lo colectivo desde lo individual. Al principio, buscaba sanar cosas particulares, pero interactuando con los demás. No pretendí que esta fuera un monólogo, sino que la relación con el otro fuera la que diera el significado a la acción. El baúl ambulante, tuvo la intención de regalar, de compartir las cargas, cosas que eran inútiles para mí, podrían ser útiles para otros y eso es importante. No quise decidir sobre los objetos arbitrariamente y volverlos basura.

Imagen 15. Performance El baúl ambulante. Febrero 2016. Calle 11 con Carrera 6. Bogotá. Fotos: Vivian Vásquez Montoya

Me metí dentro de un baúl, debajo de una señal de transito, en la Calle 11 con carrera 6, en La Candelaria. Justo debajo de una señal de PARE y al baúl le puse un texto que dice …Y LLÉVESE UN REGALO, como continuación del PARE. Durante horas, fui una estatua viviente, que solo se movía cuando alguien se acercaba a preguntar: ¿Qué está pasando? La estatua se animaba e invitaba a los que se acercaban a que eligiera lo que más le llamara la atención. El regalo era el objeto y la historia del objeto. Yo le contaba a cada persona cómo había llegado el objeto que eligió a mi vida. Entre las cosas que pasaron con la gente, aprendí que uno no puede determinar el nivel de importancia de las cosas, por lo mismo, porque lo que para uno es inútil, para otras personas es muy importante. Para una señora, un muñeco le parecía un tesoro porque se lo iba a llevar a su hijo. El carácter de los objetos, tenía que ver con el nivel socio-económico aparente de la gente que se acercaba. Al ser una estatua viviente, me convertí en el hombre sándwich del que habla Benjamin, el que en sí mismo, es el soporte de la publicidad del producto que ofrece (Buck-Morss, 1995, p. 335). Unas señoras quisieron darme dinero a la fuerza, como si mi acción fuera un acto desesperado de hambre. Otra señora, vio un muñeco ahí, un tesoro ganado para su hijo, quien con un uniforme de mucama, agradeció intensamente mi acción como un acto generoso. Me di cuenta de que la subjetividad no tiene valor colectivo, eso hace que uno empiece a romper barreras frente a los gustos del otro y aprenda a tolerarse, además de respetar la visión que los otros tienen de las cosas, de acuerdo a su forma de habitar el mundo. Unos tienen una idea de la imagen, según su posición económica. Unas señoras vieron en mi un acto desesperado de pobreza, mientras que una persona que trabaja como empleada doméstica, vio en mi pura generosidad. La artista que tomaba fotos a lo que pasaba, entendió claramente que se trataba de una performance.


Imagen 16. Performance El baúl ambulante. Febrero 2016. Calle 11 con Carrera 6. Bogotá. Fotos: Vivian Vásquez Montoya

Lo subjetivo no tiene valor colectivo, a menos que la idea individual sea una propuesta aceptada como un acuerdo entre grupúsculos, o sea impuesta como ley y única verdad hasta volverse imaginario. Fue un ejercicio en el que quedó claro que todos tenemos percepciones de las cosas, según el entorno que nos habita y que la comunicación es asertiva, cuando el mensaje de la creación artística es tan profundo, que supera el contrato de lectura meramente semiótico, para llevarla a un plano más profundo que es el de la emoción y más profundo, el del espíritu. La imagen no es lo que parece, es dialéctica (Benjamin, 2005, p. 699) y su puesta en escena responde al impulso del discurso eco-sistémico que habita al espectador. Ese instante, es como un oráculo, en el que se ve lo que cada uno necesita, incluyéndome como artista, a la camarógrafa, a los invitados y a los espectadores incautos de la pieza estética, la que apareció como un obstáculo disfrazado de baúl en una esquina de La Candelaria, tratando de liberarse de cosas viejas. Cuando fui una estatua, solo yo era consciente del ritual y de su intención sanadora y al involucrarme con el otro que se acercó, ya éramos dos recibiendo una sanación, por el acto mismo de captar la atención como una obra artística o por invitar con una estética a la ruptura de la cotidianidad para que el transeúnte recibiera otro tipo de mensaje, ojalá inolvidable. La transgresión del espacio público, ya es un acto que se hace digno de recordar. El éxito del artista, consiste en aprovechar al máximo esa transgresión con el mejor y más completo de los mensajes, para eternizar la acción con el caer en cuenta del espectador, por más pequeño que sea.

Manuel Hernández, define el caer en cuenta, como el acto de correr la cortina de la costumbre, la doctrina, la clasificación o el miedo, que se puede dar con pequeñas dosis de citas bibliográficas relacionadas con la historia personal y colectiva,  que al cruzarse sobre nosotros como si fuéramos nodos intermodales de las ciudades, nos permite ver mucha de la información que nos llega en dimensiones múltiples sobre lo mismo. El caer en cuenta, es la liberación de puras cadenas de información, externas, ciertas y falsas, como pruebas de verdades diversas que se anulan solas cuando se cruzan entre si sobre nosotros y nos obliga a discernir un concepto propio de nuestro sentir frente a la ciudad, la naturaleza y el Universo. Es una definición implícita del fin de los Pasajes de Benjamin, como una apuesta que involucra la dinámica de las grandes ciudades en la construcción del pensamiento filosófico contemporáneo.


Ayala, M. (2019). El hueco de la Candelaria y la espiral sonora por Bogotá. (Tesis de Maestría). Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Facultad de Artes ASAB. Bogotá, Colombia.


Benjamin, W. (2005). Libro de los Pasajes. Madrid: Editorial Akal. 

Buck-Morss, S. (1995). Dialéctica de la Mirada. Walter Benjamin y el libro de los pasajes. Madrid: La Balsa de la Medusa, editorial.